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domingo, 14 de noviembre de 2021

EN TIERRA DE NADIE | UN PEDALEO SOBRE LA FRONTERA DE POLONIA Y BIELORRUSIA

Aprovechando que las últimas dos noches me han acogido en el pueblo de Crain, en Francia, echo la vista atrás para recordar un pedaleo diferente, en el extremo oriental de la UE, en el que miles de personas migrantes se encuentran atascadas en su camino hacia occidente.

Son 400km. Las líneas que sobre mapa dibujan la separación territorial entre Polonia y Bielorrusia, son solamente eso, 400km. Un recorrido en bicicleta durante una semana, nada más. Pero hay mucha humanidad, y a la vez, y sobre todo, deshumanidad, intensificada en los últimos meses. Miles de personas se exponen a condiciones extremas debido a la huida de sus lugares de origen. Las personas más vulnerables del planeta. Los que marchan, los nómadas por necesidad, en búsqueda de la paz, de una oportunidad para vivir sin conflictos humanos, sin catástrofes. Los que ahora están entre Polonia y Bielorrusia, a punto de comenzar el duro invierno del Este, en tierra de nadie. Os invito a pedalear conmigo esta zona de bosques y pueblos de frontera.

En video, pedaleo de frontera, junio 2021

Nada nuevo, pero grave, como cualquier movimiento migratorio. Las masas ejercen la fuerza de la gravedad, y al final, coexistimos en la Tierra, por esa ley básica todo cae, como cualquier agente que se esponga al abismo. Ese es el mundo, el del humano. Tampoco somos los únicos, el resto de animales y seres que se mueven se adaptan de la misma manera buscando las condiciones de vida más ídoneas para sobreponerse, y así asegurar la continuación de la vida, la regeneración de su estirpe. ¿De eso trata, finalmente, la vida, no? De llevar al extremo el instinto de supervivencia, con el fin de asegurar una descendencia capaz de regenerar más filiación, y así sucesivamente, como manera etérea de tener presencia, de formar parte constante del movimiento del cosmos, a través de la creación biológica sucesiva.

Escribo esto para dar a conocer las sensaciones de mi pedaleo durante los 400km que discurren por la linea fronteriza del extremo oriental de la UE, esto es, la frontera Este de Polonia, y el país bajo el régimen de Lukashenko, Bielorrusia. Durante junio de 2021, en mi cruce por Polonia durante los casi 3000km en bicicleta, me adentré en la región oriental polaca. En la que hoy en día se juegan la vida miles de personas venidas de Asia y países del Oriente Medio con motivo de su huída de las guerras y la pobreza que acontece en sus lugares de origen. Nada nuevo para el ser humano. Nada nuevo para la geopolítica y el interés de dominación de unos pocos al servicio del poder, y desde el poder. 

Imagínense a Erkan, un pequeñajo de origen kurdo que simplemente, junto a su familia, y debido al intenso conflicto en el norte de Iraq, ha tenido que huir de su país. Desde allí, sus padres han tenido que organizar la emigración junto a toda su larga filiación, entre ellos, el pequeño Erkan, de 8 años. Su territorio está en guerra y por tanto, la continuidad de la vida de su familia corre serio peligro, debido a la represión que sufren los pueblos kurdos del norte de Iraq. La familia de Erkan ha tenido facilidad de huir en avión gracias a la conexión barata y directa que facilita Belavia, la aerolínea Bielorrusa controlada por el régimen de un presidente, Lukashenko, en el poder bielorruso desde hace más de 25 años, y cuyas ofertas de vuelos baratos, así como la propia oferta de agencias de turismo bielorrusas, han intensificado en los últimos meses para atraer y facilitar el desplazamiento de los más vulnerables de aquellos lugares de conflicto en Asia y Oriente Medio. 

En Bielorrusia hace más de un año, durante el verano de 2020, se celebraron las elecciones presidenciales 'libres y democráticas', saliendo previamente a la calle grandes masas de población pidiendo el fin de la era de Lukashenko, para dar paso a una democracia parlamentaria basada en los resultados electorales. El escrutinio y la gran mayoría de población lo aclamaban. Los opositores políticos fueron perseguidos durante la campaña electoral. Muchos de ellos simplemente desaparecieron, o fueron encarcelados, como en el caso de Babariko y Sergei Tikhanovsky. Svetlana Tijanóvskaya, exiliada en Lituania y mujer de Tikhanovsky, de los máximos opositores políticos al régimen de Lukashenko en los últimos años, continúo la oposición tras la detención y encarcelamiento de su marido, para una Bielorrusa democrática. Las otras dos mujeres, Kolesnikova y Veronika Tsepkalo, esposas de Babariko y el tercer miembro opositor encarcelados en los meses previos a las elecciones de 2020, se unieron al movimiento que continúo Tijanóvskaya, desde Bielorrusia, para liderar el partido opositor y continuar la hazaña de sus respectivos maridos. Lukashenko, durante la campaña electoral bielorrusa, afirmó la imposibilidad de que cualquier mujer pudiera gobernar el país. El objetivo de aquellas tres mujeres no era otro que tratar de organizar la oposición al régimen para obtener una mayoría y organizar un nuevo gobierno durante los próximos 6 meses tras las elecciones de 2020, con la idea de otorgar posteriormente el poder a políticos y tecnócratas al uso. El escrutunio oficial contó una mayoría superior al 80% a favor de la continuación del régimen de Lukashenko, contra todo pronóstico y con encubrimiento de los resultados reales, que nunca salieron a luz, y que por tanto, no fueron reconocidos por la comunidad internacional ni la UE.

Hoy en día, y tras las elecciones de agosto 2020, como ya he dicho, Svetlana Tijanóvskaya tuvo que exiliarse a Lituania, desde donde trata de seguir la oposición por una democracia en Bielorrusia. Las otras dos mujeres, que se negaron a abandonar el país tras las elecciones, han sido juzgadas y condenadas a más de 10 años de prisión. Y junto a ellas, muchos miembros de la cúpula activista en defensa de lo acontecido en los meses previos a las elecciones, y durante el posterior desafío político al régimen reelegido de Lukashenko. De hecho, recuerdo aquel día en que Bogdan, mi gran colega de trabajo en Wroclaw, un joven bielorruso emigrado a Polonia, y excelente profesional en la industria ciclista, honrado como nadie, llegó devastado tras aquellas elecciones. No nos dirijía la palabra en aquella semana. Además, la conexión a internet en Bielorrusia cayó en todo el país, haciendo imposible que pudiera comunicarse con su madre. El panorama, vivido en primera persona y junto a Bogdan, fue desolador. Recuerdo también aquellas semanas de agosto 2020 posteriores a las elecciones, en que ocurrieron los hechos que después seguiría denunciando la UE y la comunidad internacional, las mayores manifestaciones y concentraciones pacíficas en las calles de Bielorrusia. Hubo asesinatos de civiles, tapados por el régimen, y miles de desapariciones y encarcelamientos. Desde ese momento, Lukashenko y su régimen, expuestos al mundo más que nunca en la era moderna, tuvieron que recurrir a Moscú para lidiar en una mayor colaboración con acuerdos fiscales, comerciales y militares, renunciando a parte de su autonomía estatal, y agrandando la dominación rusa sobre Minsk.

Todo esto guarda una relación muy comprometida y directa con la facilitación de traslado de los más vulnerables en situaciones de riesgo que el gobierno bielorruso ha facilitado en el último año, de todas aquellas familias que huyen de la guerra y la pobreza en situaciones límite en Asia y Oriente Medio, a través de vuelos baratos con Belavia y de agencias turísticas bielorrusas. Han alimentado ese flujo migratorio masivo a Bielorrusia para obligar a la UE a mediar con el asunto que hoy en día acontece en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, en esos 400km de intensos bosques. La UE puso sanciones comerciales y fiscales, así como un llamamiento a la liberación inmediata de los más de 650 presos políticos de los últimos años. Y lo reitera, alimentando el aislamiento del régimen de Lukashenko. No obstante, Erkan, el pequeño kurdo, ha llegado en aquel vuelo de Belavia, junto a su familia, a Minsk, capital del país bielorruso y sede del régimen. Durante 2021 han recibido asilo en el país, pero tras el verano han sido forzados, junto a otros miles de refugiados y emigrados, y tras las condenas oficiales de más presos políticos que la UE exige liberar -como el conocido abogado bielorruso Maxim Znak, o la atleta Krystsina Tsimanouskaya, que fue detenida y devuelta durante los JJOO 2021-, a alcanzar la frontera con Polonia, por el oeste, y así entrar forzosa y masivamente en la UE. Las víctimas, como siempre, las personas más vulnerables, en pos del enredo político de unos dirigentes que tratan de imponer una única posibilidad sin colaboración y alternativa alguna. 

Durante el pedaleo por aquella región cercana a la frontera, recuerdo esto, de junio 2021: Tras el paso por Klusy, un pequeño pueblo, tuve un asalto por parte de un convoy militar: la zona estaba restringida, era una zona de operaciones en unos bosques remotos. Un convoy polaco esperó a una señal de sus superiores para dejarme avanzar, pensando en la posibilidad de que yo pudiera ser un espía venido del Este, en bicicleta, en aquella región cercana a la frontera tensa con Bielorrusia. Recuerdo sus gentes, en aquellos pueblos limítrofes, como Narewka, gente de campo y de bien, humanos del terreno que hoy en día tratan de esquivar las trabas políticas y militares impuestas por el gobierno polaco, para ayudar a estos refugiados, y que las fuerzas polacas tratan de impedir alegando la ilegalidad de traspasar el área demominada de emergencia territorial -special state zone-. Aquella que yo transitaba, junto a Daria, tras la acampada en aquel lago de frontera Siemianowskie, desde donde pude comunicarme con mi amigo Chano, y quien por cierto encendió en mi hace pocos días la luz para escribir todas estas lineas, cuando recibí un mensaje suyo preguntándome a cerca de la situación actual en la zona que transité lentamente, y tras sus dudas sobre el seguimiento fiel que hice sobre mapa en aquel lado oriental de Polonia, sin en ningún momento concebir un cruce hacia el país vecino. 

Erkan tiene frío, no entiende porque está en mitad del bosque, bajo una tienda de campaña y junto a sus ocho hermanos y hermanas, mientras sus padres aparecen de vez en cuando con algo de comer y agua, eso sí, poco clara y bien sucia. Además, fuera del bosque hay un gran revuelo, las personas migrantes están enfurecidas, tratando de destruir como pueden las cercas de alambre de púas que las autoridades polacas han decidido construir para evitar el paso de personas. De hecho, lo consiguen, han conseguido con cualquier instrumento o rama sólida derribar metros de aquel muro fronterizo repentino, en el que el gobierno polaco, e impulsado por la ayuda de la UE, ha decidido gastar fondos comunitarios. No es creible. No puede ser que los políticos y dirigentes asuman esa decisión, de crear muros en lugar de facilitar un acogimiento de personas que sufren, que llevan toda la vida huyendo, que están expuestas al abismo de aquella frondosidad que a mi me asombró tanto. Sobre todo en aquel punto caliente donde está el bosque más longevo de Europa, Bialowieski, cuya espesura es digna de reportajes de National Geographic. Unos por agua, cruzando el Mediterráneo desde África, otros por tierra, pereciendo en la frondosidad verdosa de los bosques fronterizos con Bielorrusia. ¿Qué está pasando?

Los migrantes no pueden retroceder, no pueden volver a Minsk, porque las fuerzas bielorrusas impiden el retroceso de una marcha que ha sido forzada por parte de los dirigentes del régimen de Lukashenko, tras el recibimiento y facilitamiento de su huida de sus paises de origen, en guerra, y como pretexto para una negociación con la UE sin precondiciones impuestas. ¿A caso se están riendo de los más vulnerables en estos momentos? ¿A caso estaba todo pensado para rebajar las sanciones de la UE? Les envian a un lugar que el ejército polaco -viniendo de órdenes políticas- ha cerrado repentinamente declarando el área de emergencia -special state zone-, instaurando un muro con cercas de alambre de púas, y además, evitando que las personas locales de los pueblos limítrofes, donde pudimos disfrutar de la bondad y el acogimiento de las personas del campo, no puedan introducirse para ayudar a los migrantes, expuestos a la vida en los bosques, entre dos lineas, entre dos mundos, en tierra de nadie. Los reporteros y las ayudas humanitarias de ONGs no pueden acceder, solamente aquellos residentes en el área de emergencia están legalmente posibilitados para desplazarse, por lo que llevan semanas tratando de donar comida y agua, víveres básicos junto a mantas y sacos de dormir. Siempre la gente corriente, los del campo, los de la tierra. 

Las temperaturas bajan de 0 a la noche, y más en aquellas latitudes. Recuerdo el pasado invierno, pedaleando en el trabajo en jornadas con mínimas por debajo de -20ºC. Algo extremo, y estando en la zona con clima más suave en Polonia, el suroeste. No quiero imaginar que está pasando por aquellos bosques. La de víctimas sin conocer que pueden perecer, o que ya lo han hecho. Como las que caen al agua en el Mediterráneo. Los miles de migrantes atascados entre los intereses políticos y la desgracia humana. Entre la fatalidad del sapiens que tanto amarga. Y todo por la búsqueda de un ego patriótico en forma de religión, en forma de extensión de una Guerra Fría infinita. El gobierno polaco, liderado por un partido de extremismo político, PiS, prefiere infundir un orden mediante la fuerza, para medirse frente a Bielorrusia, cediendo en la complicidad de la deshumanización que ambos regímenes ejecutan en el presente. La única ayuda, la única salvación de la humanidad, es la bondad y la colaboración de la gente local. Aquellos que encaran una crisis migratoria frente a sus ventanas, frente a sus campos, y están dispuestos a todo para ayudar a mantener el aliento de los más vulnarables en estos momentos. 

Los médicos polacos, desde hace meses en huelga, se agrupan desde diferentes lugares del país para acudir a ayudar en terreno. Se reúnen a través de la recién instaurada agrupación social Medycy na granicy -Médicos en la frontera-. No solo los profesionales, también grupos de personas venidas de todo el país dispuestas a ofrecer su ayuda, tratando de esquivar las areas 'de emergencia' -special state zone- impuestas por el gobierno, y entrando ilegalmente para ayudar a los migrantes, escondidos en los bosques, atrapados sin salida, moribundos, hambrientos, sedientos. Es la región de Podlasie, imagínense, cuyo significado es bajo los bosques. Mientras el gobierno polaco PiS ha declarado inconstitucional el aborto en el 100% de los casos, para evitar así la muerte de los no nacidos. Pero a la vez, hay mujeres afganas y kurdas embarazadas en la frontera de su país que tratan de sobrevivir en condiciones extremas, entre los bosques espesos. Que tratan de dar a luz y mantener la vida de sus pequeños, y la suya propia. Los migrantes más pequeños se congelan, no tienen cobijo, están expuestos bajo el gran roble, de casi 1000 años de antigüedad. Puro sarcasmo político, una pena de humanidad, una vergüenza para las almas eternas.

El 11 de noviembre se celebra la Fiesta de la Independencia polaca, y también el amnisticio de la 1ªGuerra Mundial. Estoy en Francia, llevo casi 7 meses sobre una bicicleta, más de 20.000km desde mi salida en 2019 desde España, y actualmente estoy cruzando tierras galas. El pasado jueves 11 discurría con mi bicicleta por los pueblos franceses, y en cada uno de ellos honorablemente celebraban frente a los monumentos de los caídos en la Gran guerra momentos de silencio y transpiración, además de sonidos al son del himno nacional de la Revolución Francesa. El pasado jueves también celebraba el partido político PiS, y toda Polonia, el día de la nación polaca, que hace 103 años volvió a ser Polonia, tras el fin de la guerra, y tras más de 115 años de dominación prusiana. Un momento patriótico que sin duda muchos polacos hacían honor no construyendo muros, no oponiendo resistencia y exponiendo al abismo de los bosques la vida de niños y niñas, migrantes huyendo de situaciones extremas, sino donando sus esfuerzos por ayudar de cualquier forma a las personas más vulnerables, como manera patriótica de proteger y salvar la vida de otros humanos, sin distinción alguna, porque la única existente no es visible a la vista. Es simplemente una idea creada, efímera.

Lukashenko se aprovecha de la llegada de migrantes a través de Bielorrusia para forzar su salida hacia la UE, y así obligar a los europeos a establecer una negociación con el régimen bielorruso pese a las sanciones impuestas debido a las acciones bielorrusas de los últimos años, y poder así reubicar a los más vulnerables, las piezas del parchis, los refugiados. Ambos dirigentes, tanto polacos y europeos, como bielorrusos, mantienen una pugna por el ego político, basado en las fuerzas del orden, quienes ejecutan las acciones más delicadas. Mientras, solo se piensa en construir muros, vallas mortíferas, y abandonar a su suerte a migrantes expuestos a la espesura de los bosques, el frío invernal, y el hambre. Además, se impide la entrada de periodistas, ayudas, alimentos y personas ajenas al área de emergencia de frontera entre Polonia y Bielorrusia. Pero los polacos locales y demás voluntarios llegados de diferentes partes tratan de esquivar las barreras impuestas legal y militarmente, ofreciendo cualquier aliento, comida, cobijo, saco, manta, bebida o abrazo a los atascados en tierra de nadie. 


FOTOS | CAPTURAS DE IMAGEN DE LAS NOTICIAS

'Polonia establece una cerca de alambre de púas en la frontera con Bielorrusia'

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'Periodistas y ONGs no pueden entrar en el area de emergencia, donde está totalmente vetada la documentación y proveer ayudas'

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'Una familia Kurda de 16 miembros, entre ellos 9 niñ@s, atascados en la frontera junto a otros miles de refugiados'


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'En Minsk (capital de Bielorrusia), pretenden llevar a los paises occidentales a la mesa de negociaciones sin que estos establezcan precondiciones, como la de liberar a más de 650 presos políticos encarcelados tras las manifestaciones pacíficas ocurridas en las calles del país tras las elecciones difusas de agosto 2020, junto con la desaparición de los opositores políticos durante la campaña electoral'

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'Una periodista deja la cámara para coger un bebé refugiado en Narewka, Polonia, en 13 noviembre 2021'

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"No hago preguntas. Si veo a alguien con hambre, le doy de comer, si veo a alguien sediento, le doy agua, si pasa frío, le doy un saco de dormir. Es simple"

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'Tropas militares y guardia de frontera polaca frente a la grieta abierta por los migrantes en las vallas metálicas'

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'Agencias de viaje ofrecen viajes asequibles hasta Bielorrusia desde paises de Asia y Oriente medio, prometiendo una forma barata y rápida de acceder a Europa. Anuncios de Facebook incitan a la gente que busca una oportunidad mejor de vida a gastar los ahorros en el viaje, prometiendo llegar a Europa en tres días'

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'Migrantes atrapados entre Polonia y Bielorrusia'


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'El gobierno polaco no planea una ayuda humanitaria, y apuesta por la fuerza como método contra la estrategia de Bielorrusia'

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'Crisis de migrantes: cientos de hombres, mujeres y niños no deberían ser expuestos a otra noche de temperaturas muy frías...'


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"Estamos en el frente y asumimos el papel y la resposabilidad, como locales, de proveer la ayuda humanitaria. Reemplazamos a las ONGs y cuerpo médico porque no pueden entrar en el área restringida"

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"Los migrantes son rehenes de la situación política, ha sido una encerrona. No me importa si sabían a donde iban. ¿Sabes lo qué puede ser pasar días y días en el bosque sin comida, agua, un sitio donde dormir?"

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11 Agosto 2021. Noticia:





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Mi recorrido por la región fronteriza entre Polonia y Bielorrusia, durante 400km, en junio de 2021, donde hoy en día se suceden estos hechos narrados



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*Fuente propia, testimonios locales, vividos sobre la bicicleta

*Historia de Erkan, el niño kurdo, es un relato inventado, pero que trata de transpotar a una situación del presente, real

*Se desconoce el 99% de la presente situación. Las bases de voluntarios y periodistas son denegadas. El acceso y el control está en manos de las fuerzas polacas y bielorrusas, frente a frente